Raza pies ligeros.
Caminante, pies ligeros,
que recorres sin cansancio
los senderos del Xicahua,
en lo alto de la Sierra Tarahumara?
Tú que aprendes de la tierra,
del maíz y sus secretos,
Enséñame a amar el terruño
herencia del hombre blanco,
que te robo cobarde la roja tierra
con los grandes lagos, ancestrales ríos
de fecundas praderas
donde pasta el ganado de espumosa leche
y construyó su casa de adobe o piedra
el chabochi extraño que llegó un día
venturoso a apoderarse de tu tierra.
Eres dueño ancestral de la herencia de la piedra,
del oro, de la plata y la hermosa madera.
Mas te dejaron por limosna
el barro, las espinas y esas hiervas milagrosas
que sanan cual heridas,
que curan el empacho
y que alejan del espíritu el mal.
Porque eres bueno,
porque eres sabio,
porque no sabias matar
por ser noble y manso.
Oh mi noble Tarahumara!
Que resuenen los violines!
Que chife el chapareke!
Raza del pinole,
alma libre y sabia
que conoce los vientos
de la lluvia y la nevada
Raza morena y fuerte
tan fuerte como la helada
o el sol de bronce
que cobija las arenas del desierto.
con olor a yerbanis y gobernadora
y un toque de tesguino...
A dónde van tus pensamientos
cuando corres descalzo y venturoso
por los altos montes
de la sierra Tarahumara?
Veloz cual venado,
leal cual lobo gris,
robusto como el encino
y ágil como el vuelo del gorrión.
Te hicieron huraño
como la liebre orejera
borrando tu sombra de la tierra
como han borrado al berrendo
y al bisonte que felices recorrían
los desiertos o praderas.
En tus ojos veo los surcos
de las tierras que sembraste
entre la arcilla y las espinas
con el chile y el tomate.
En las arrugas de tu frente
esta grabada la historia negra,
el dolor por la sequía,
las hambres de tu tribu
y el suicidio de tus hombres
al caer por los peñones
del Sumidero y Basaseachi.
Tus mujeres en sus faldas
devuelven la gracia
de las flores que embellecen
esas colinas de Bocoyna y Batopilas
Mujeres que tejen sus vasijas
en silencio, con la vista en lo alto,
sigilosas, como las aves de Guachochi...
Mujeres fuertes que cargan a sus niños
en sus regazos por la sierra.
Niños que jugarán rarajipari
como lo hicieron los ancestros.
En sus rostros coloridos y quebrados
por la resequedad de la arena y el viento
conservan la herencia de los hombres
que sobrevivieron a la lucha del gobierno,
a la inmensidad del tren
y las huellas de las minas y conventos...
Grande raza de bronce!
Grande eres Tarahumara
Que el viento se lleve tus lamentos
Y la lluvia traiga sus bondades
para que acabe tu sufrimiento.
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